La Campaña de las Cordilleras Guerra de la Triple Alianza (1869–1870), fue la quinta y última fase de la Guerra. Duró desde fines de julio de 1869 hasta el 1 de marzo 1870.
La flota paraguaya fue destruida el 11 de Junio de 1865 en la batalla naval más grande de América, la Batalla de Riachuelo, se inició luego, la campaña de Humaitá. Tras caer, se realizó la retirada a Tebicuary y tras una larga serie de batallas, en Batalla de Curupayty otra vez fue devastado el ejército más por enfermedades y hambre que por guerra y tras ordenar López una última retirada más cercana a Asunción, sobre el arroyo Pikysyry finalmente las tropas paraguayas fueron derrotados en la Batalla de Lomas Valentinas y López evacuó Asunción, que fue ocupada y saqueada en enero de 1869.
Azcurra
El 8 de diciembre de 1868, López había decretado el traslado de la capital paraguaya a Piribebuy. Allí marcharon el vicepresidente Sánchez y la delegación del ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de América, el general Martin McMahon. A medida que se producían los sucesos de la Campaña del Piquisiry y la reorganización del ejército paraguayo en Azcurra, la madre y hermanas de López, su esposa Elisa Lynch y los hijos del Mariscal se establecieron temporalmente en Piribebuy en el inicio de la Campaña de las Cordilleras Guerra de la triple alianza
Tras la destrucción de su ejército en la Batalla de Lomas Valentinas, el presidente López había huido con una pequeña escolta, comandada por el general Bernardino Caballero, a la que se unió una división comandada por el coronel Luis Caminos, de 2500 soldados, en su mayoría niños, a los que habría que agregar los restos de las guarniciones del norte del país. Con estas tropas, López se dirigió hacia el cuartel general paraguayo de Cerro León, cerca de Pirayú, para recibir adiestramiento militar. Después de algunas semanas de adiestramiento, López trasladó su nuevo ejército más al norte, hacia Caacupé y Piribebuy, dejando en Cerro León una escolta de 600 hombres.
En Caacupé se instaló un nuevo campo de entrenamiento, dirigido por los generales Caballero y Resquín. Ya contaba con un total de 13.000 hombres, aunque en su mayoría eran niños, ancianos y heridos. Los hombres más útiles eran los prisioneros capturados durante la campaña del Piquisiry.
La capital y la región costera del río Paraguay habían caído en manos de los aliados, pero el resto del país estaba aún dominado por López. El ferrocarril que unía Asunción con Villarrica le permitía al presidente contar con vías de comunicación eficaces, sobre todo porque tenía en su poder la mayor parte de las locomotoras y vagones. A sólo 50 km. de distancia de la capital, villas importantes como Paraguari y Caacupé permanecían en manos de López. Entre ambas villas, la Cordillera de los Altos, llamada por esa época Cordillera de Azcurra, fue el lugar elegido por López para defenderse, ya que era un lugar mucho más fácil de defender, en caso de un ataque masivo aliado, que las villas mayores ubicadas en la llanura.
Parte de la fundición de Ybycuí fue trasladada a Caacupé, donde se siguieron fabricando armas para el ejército de López. El centro de la defensa fue establecido alrededor de Piribebuy, rodeada de una trinchera de casi 2500 metros, defendida por 2000 infantes y 18 cañones, bajo las órdenes del teniente coronel Pedro Pablo Caballero.
Piribebuy
A fines de julio de 1869, el Conde D’Eu emprendió la Campaña de Las Cordilleras al frente de 31.000 hombres: 26.000 brasileños, 4.000 argentinos, 600 uruguayos y 300 paraguayos de la “Legión Paraguaya”. Frente al desfiladero de Ascurra, el Conde D’Eu dejó la división argentina y una reserva brasileña – al mando de Emilio Mitre – que amenazó con avanzar en línea recta sobre Piribebuy.
Mientras tanto, el grueso del ejército brasileño tomó Sapucai el 4 de agosto y unos días más tarde Ybytymi. Coordinando sus acciones con los brasileños con precisión, Mitre avanzó hacia Piribebuy en ese momento, ocupando la población de Altos. Ese avance impidió que López pudiera enviar ayuda a Valenzuela, que fue ocupada casi simultáneamente. López había perdido la oportunidad de atacar al ejército en su ascenso a la sierra, y el resto del camino fue cuesta abajo.
El 10 de agosto, el ejército del Conde D’Eu estaba frente a Piribebuy. El pueblo fue cercado e intimada la rendición al teniente coronel Caballero, quien contestó:
“Estoy aquí para pelear y si es necesario morir, pero no para rendirme.”
Allí combatieron unos veinte mil aliados (casi en su totalidad brasileños) contra mil seiscientos defensores y un centenar de mujeres a las que se recuerda como “Las Heroínas de Piribebuy“.
Al amanecer del 12 de agosto, previo bombardeo, se inició el ataque. La batalla duró cinco horas, ya que las fuerzas aliadas fueron rechazadas por dos veces. El general brasileño Juan Manuel Mena Barreto, que iba a la cabeza de las fuerzas aliadas para envalentonar a sus huestes, fue herido de muerte a orillas del arroyo Mboreví por una bala de fusil en la ingle, disparada por el cabo Gervasio León por orden del capitán Manuel Solalinde. Mena Barreto murió a orillas del arroyo.
El conde D’Eu, dominado por la ira, ordenó que se pasara a todos los prisioneros a degüello, sucediéndose en Piribebuy los actos más avergonzantes de la guerra. El hospital de Piribebuy fue incendiado con 600 heridos, médicos y enfermeras dentro, luego de que se cerraran todas las puertas y ventanas. Piribebuy fue uno de los pueblos que más padeció la guerra, ya que fue sometido a degüellos masivos y violaciones. El Archivo Nacional de la República fue sacado a la calle y con los documentos históricos fueron incinerados; los documentos que se salvaron fueron llevados a Río de Janeiro. Según la expresión de los testigos paraguayos, la sangre corría por las calles como agua de lluvia, cuando se degolló a 900 prisioneros.
Batalla de Acosta Ñu o Campo Grande
Ante tales atrocidades, el general Mitre decidió no participar del resto de la guerra; la de Piribebuy fue la última batalla en que hubo alguna participación argentina.
Días después, entre el 15 y 16 de agosto de 1869, se produjo la batalla de Acosta Ñu, llamada por los brasileños Batalha de Campo Grande: la retaguardia del ejército paraguayo, al mando del general Bernardino Caballero, formada por adolescentes y niños mal armados, casi exclusivamente con palos, hondas, lanzas y machetes. El pueblo de Acosta Ñu fue sitiado por fuerzas brasileñas, y Caballero, obligado a la batalla comenzó en el poblado y se extendió hasta los bosques que le rodean, que fueron incendiados por las tropas brasileñas, muriendo así la mayor parte de los niños que se resistían. Debido a la participación de los niños en esta batalla se conmemora en el Paraguay ese acto de heroísmo declarando al 16 de agosto como Día del Niño.
No obstante, Caballero y algunos soldados alcanzaron a retirarse de Acosta Ñu. El Conde D’Eu, en lugar de perseguir a López, distrajo la mayor parte de sus tropas en la persecución de tres piezas de artillería que retiraba el comandante Ignacio Genes, las que fueron capturadas, pero sus conductores lograron escapar. El presidente López debió su salvación en ese momento a la inútil persecución de esas piezas ordenada por el comandante brasileño. Pocos días después, las tropas imperiales ocuparon Caraguatay, mutilando y degollando a todos los oficiales que habían dirigido la defensa de esa plaza, entre ellos los coroneles Bernal y Escobar.
Campaña de la Cordillera de Amambay
Tras el control de la zona central del país, los brasileños iniciaron la ocupación del norte del país, avanzando por el río Paraguay, y asegurando las comunicaciones con el Mato Grosso. La ciudad de San Pedro fue ocupada el 25 de mayo, y cinco días más tarde derrotó a un contingente paraguayo en el combate de Tupí-hú. La mayor parte de los soldados rendidos fueron degollados, y las mujeres fueron violadas antes de ser deportadas hacia Asunción.
Mientras tanto, la escuadra paraguaya — apenas 8 vapores, que habían sido utilizados como auxiliares hasta el comienzo de la campaña del Pikysyry — eludía sistemáticamente a la brasileña. Finalmente, la escuadra brasileña — formada por un acorazado, 5 monitores y dos cañoneras — partió en busca de los restos de la escuadra paraguaya. La presa principal era la cañonera Anhambaí, capturada por los paraguayos durante la Campaña del Mato Grosso. El comandante paraguayo ordenó remontar el río Manduvirá con los buques, para aprovechar la supuesta ventaja de su menor calado. En un recodo del río echó a pique al buque de más calado, el Paraguarí y algunos kilómetros el Yberá, con lo que impidieron eficazmente la persecución brasileña.
El 18 de agosto de 1869, la tripulación paraguaya de los seis buques los incendió y abandonó, para incorporarse a las fuerzas de López, en un recodo del pequeño río Yhaguy, que estaba muy crecido, a unos 4 km de Caraguatay. Este río jamás volvería a ser navegable, y los buques nunca fueron recuperados por los brasileños. Permanecerían ocultos por la selva hasta ser rescatados en la década de 1980; actualmente son exhibidos en el lugar en que quedaron varados, en el Parque Nacional Vapor Cué.
Mientras el general Correia da Câmara desembarcaba en Concepción, iniciando la ocupación del norte del país, López se trasladó a Curuguaty, a orillas del Arroyo Tandey, pueblo que declaró como la cuarta capital del Paraguay; allí se instaló el vicepresidente Sánchez. Columnas secundarias del ejército paraguayo fueron derrotadas en dos combates en Itapytangua y Tacuaty. El 28 de octubre de 1869, Curuguaty fue asaltada, saqueada e incendiada por las tropas brasileñas, mientras López seguía su marcha hacia el norte.
Cerro Corá: el final de la Guerra
El 8 de febrero de 1870, López y su columna llegaron a Cerro Corá, sobre la costa del río Aquidabán, en el actual límite impuesto por Brasil al Paraguay. Negándose a abandonar su país, López se dispuso a esperar a Correia da Câmara. El lugar elegido por López para presentar resistencia era un amplio anfiteatro entre tres montañas, con sólo dos rutas de acceso, teóricamente fáciles de defender. Allí se dedicó a intentar reorganizar a sus soldados, a responder una acusación de la prensa brasileña que consideró injuriosa, y meramente a esperar
El 1 de marzo, López fue alcanzado por las tropas brasileñas. El Combate de Cerro Corá fue más una masacre que un combate, si se tiene en cuenta la enorme disparidad de tropas y recursos: 2600 brasileños bien armados contra 409 defensores en el desenlace de la Campaña de las Cordilleras Guerra de la Triple Alianza
López fue herido de un lanzazo en el vientre y de un sablazo en la frente. Auxiliado, llegó a orillas del río Aquidabán, donde fue alcanzado por las tropas al mando de Correia da Câmara, quienes le intimaron a la rendición. El Mariscal se batió sable en mano hasta el final. Negándose a entregar su espada, fue herido por otro soldado que lo ultimó de un tiro al corazón.
Tras la muerte de López aún quedaban dos pequeñas divisiones del ejército paraguayo: la primera, que se había negado a marchar a Cerro Corá, se rindió el 4 de marzo en Panadero a las fuerzas imperiales; pero fueron en su mayoría masacrados, incluyendo a su jefe, el coronel Del Valle. La otra división, comandada por el general Bernardino Caballero, se había separado del ejército principal en busca de ganado y víveres; fue alcanzada en las cercanías del río Apa el 8 de marzo y se rindió por orden de Caballero al ser informado éste de la muerte de López.
Recopilación